sábado, 21 de enero de 2012

Tom Stoppard: Rosencrantz y Guildenstern no están muertos. Samuel del Valle Gómez


La repercusión de Hamlet en todas las ramas del arte es todavía hoy, cuatrocientos años después de su aparición, un fenómeno inabarcable y con visos de continuidad. Hamlet resiste el avance del tiempo como un texto de actualidad imperecedera, y al paso de los años se mantiene la poderosa influencia que ejerce en todos los terrenos artísticos y en todos los movimientos que se suceden en torno a ellos. El espíritu de Hamlet perdura y, en ese sentido, Tom Stoppard, en su obra Rosencrantz y Guildenstern han muerto, es uno de los que lo recoge y lleva más lejos, adueñándose del argumento, y realizando una relaboración del texto desde una óptica distinta y creativa.


Rosencrantz y Guildenstern han muerto: relectura de Hamlet desde un nuevo punto de vista


La intervención de Rosencrantz y Guildenstern en la obra primigenia se reduce a dos episodios de la trama: por una parte, se les encomienda que intenten averiguar el porqué del estado de ánimo del príncipe Hamlet; y por otra, se les encarga que lo acompañen a Inglaterra tras la muerte de Polonio. A partir estos dos personajes, Tom Stoppard reescribe Hamlet desde la visión de los mismos, concediéndoles por tanto el absoluto protagonismo de la historia; con lo cual, el relato empieza con su llamada al reino de Elsinor y acaba con su muerte en Inglaterra. A través de la nueva mirada de los dos personajes, Stoppard trasmuta la tragedia original de Shakespeare en una suerte de comedia, llena de diálogos ingeniosos, juegos de palabras y reflexiones enrevesadas.


En la obra, pues, nos encontramos con dos aspectos que se entremezclan y forman el sustrato final de la misma: por un lado, el texto fuente de Shakespeare, al que se debe totalmente puesto que sigue con exactitud la línea argumental sin trastocar nada de lo que allí está escrito; y por otro, los espacios y tiempos vacíos en lo que a las figuras de Rosencrantz y Guildenstern concierne, en donde Stoppard deja volar su imaginación, fabulando sobre los posibles diálogos y las posibles situaciones que viven mientras están fuera del punto de mira de Shakespeare.


Intertextualidad y Existencialismo

Dentro de la relectura de Hamlet que supone Rosencrantz y Guildenstern han muerto, hay dos aspectos que merece la pena destacar y que son de naturaleza distinta: uno es formal y otro es de contenido.

El aspecto formal es la intertextualidad, a la que ya aludíamos sin ponerle nombre al hablar de la reelaboración del texto fuente. La obra de Stoppard se basa en el texto fuente con toda fidelidad, es decir, no se trata solamente de una referencia argumental, sino que llega a incorporar textualmente algún fragmento de la original en el que aparecen los dos personajes, de manera que la referencia es en ese caso total y literaria.

Por otra parte, el tema del existencialismo es también importante ya que sitúa a la obra en el contexto del Teatro del absurdo en el que muchos críticos han querido englobar al autor británico. Siguiendo con el mismo tema, Miguel Teruel Pozas, en su ensayo Tom Stoppard: la escritura como parodia, apunta la importante significación de que Rosencrantz y Guildenstern se estén preguntando durante toda la obra sobre cuál es el nombre de cada uno. En su opinión, la idea tuvo que nacer de la frase del texto original en la que el rey se dirige a ellos con la construcción: “gracias, Rosencrantz y gentil Guildenstern” y a lo que la reina añade “gracias, Guildenstern y gentil Rosencrantz”. Esto pudo llevar a Tom Stoppard a plantearse el porqué de la aparente y despreocupada equivalencia entre Ronsecrantz y Guildenstern, lo que le condujo a cuestionarse la futilidad de esos personajes y a trasladarlo a la obra, entre otras maneras, intercambiándoles el nombre constantemente (1994, pp. 115-125). Son, por tanto, Rosencrantz y Guildenstern, dos personajes que viven atrapados en la obra de Tom Stoppard -que a su vez “es” la obra de Shakespeare- y que se preguntan durante todo el recorrido de la misma qué hacen ahí, cuál es su cometido e, incluso, como ya hemos señalado con anterioridad, quién es cada uno de ellos. No hay que olvidar que estas preguntas de los personajes relativas a la existencia se las hacen dentro de una existencia ficticia y como personajes literarios, es decir, filosofando sobre su condición de personajes. Esta reflexión sobre la ficción dentro de la propia ficción, nos lleva a otro punto importante dentro de la obra: la metaficción.


Metaficción

Dejando momentáneamente de lado a los personajes principales, hay un juego metaficcional dentro de la obra que merece la pena destacar y que, por otra parte, escapa de la lógica del texto. En el primer acto la partida de cómicos ensaya una actuación antes de aparecer ante el príncipe Hamlet. Esta actuación interpretada en forma de mimo, es la propia tragedia de Hamlet, y es gracias a ella que los personajes se enteran de su fatal destino: la muerte. Recapitulando: nos encontramos con que en la obra de Tom Stoppard, que es la obra dentro de la obra de Shakespeare, aparece una obra representada que no es otra que Hamlet, es decir, Rosencrantz y Guildenstesn han muerto está dentro de Hamlet, y a su vez dentro de ella aparece también Hamlet, lo que cierra un círculo incomprensible y sinsentido que de buen seguro divirtió mucho a Tom Stoppard.


Conclusión


Tom Stoppard parte del Hamlet de Shakespare y, a su vez, consigue generar un texto nuevo que, si bien no puede entenderse por completo sin el texto del que proviene, funciona como una obra original e independiente en cuanto a que sus planteamientos e ideas son otros. Es fácil imaginar que Tom Stoppard, gran admirador de toda la obra de Shakespeare, en algún momento de su vida debió preguntarse: ¿qué les ocurría a Rosencrantz y Guildenstern cuando la atención de la obra no recaía sobre ellos? Como no encontró la respuesta en el texto original, decidió buscarla en su imaginación. Al que le seduzca la posibilidad de conocer la solución a esta incógnita, en Rosencrantz y Guildenstern han muerto encontrará la versión de los hechos de la mano de Stoppard.


Bibliografía

- Stoppard, T. (1991), Rosencrantz and Guildenstern are dead. New York City: Grove Press

- Shakespeare, W. (2008). Hamlet (1ª ed.). Barcelona: Quaderns Crema, S.A. Societat Unipersonal.

- Teruel Pozas, M. (1994). Tom Stoppard: la escritura como parodia. Valencia: Universitat de València.


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